lunes, 16 de mayo de 2011

¿POR QUÉ? por Alonso Núñez del Prado S.

   Es siempre útil preguntarse por las causas, para buscar remedio a éstas y no tratar de curar las consecuencias que siempre continuarán aflorando si las primeras permanecen.
   Por eso es útil preguntarnos: ¿Por qué ha pasado y está pasando lo que vivimos hoy en el Perú? ¿Por qué es que nuestra historia está plagada de golpes militares, gobiernos dictatoriales, interrumpidos por breves y débiles períodos democráticos, que terminan en nuevas dictaduras? ¿Es simplemente porque tenemos mala suerte o porque en algún momento “se jodió el Perú”, como supone la pregunta del Zavalita de Vargas Llosa en Conversación en la Catedral?
   La única respuesta que encuentro válida en medio de este pandemonium, es que todos somos responsables —salvo unos pocos venerables casos— y muy especialmente la clase dirigente. Esta última década —que es la repetición de situaciones similares en la historia de nuestro país— es producto de esa permisividad moral de toda la sociedad peruana, que supone que los gobernantes pueden romper con todos los códigos éticos. Robar, porque siempre han robado; asesinar y hacer pagar a justos por pecadores,  porque no hay otra manera de gobernar; arrimarse a quien tiene el poder, porque así se hacen buenos negocios; o simplemente “no metiéndose en política” —sin percatarse que esa es una manera de hacerlo— porque es demasiado sucia.
   La corrupción que el famoso video nos ha traído a ojos vista, la conocíamos todos. Algunos se aprovechaban de ella, otros cerraban los ojos y no querían verla, también había quienes, si no la justificaban, la encontraban explicable; y por último los que estando convencidos de su existencia hicimos muy poco o nada para que acabara. Las explicaciones las encontramos en todas las formas y tonos, permanentemente; por algo con verdad se dice que una de las mayores capacidades del hombre es la de auto justificación; pero no se trata de encontrar culpables —al final casi todos lo somos— sino de buscar soluciones y no a la crisis a la que hoy nos enfrentamos, que sin duda la necesita, sino de lo que originó y fue causa de ésta, como de muchas otras en la historia del Perú.
   La única manera en que una crisis como ésta es imposible es mediante el actuar diario de todos nosotros. No podemos permitir que nos atropellen o lo hagan con terceros, ni que las autoridades se llenen los bolsillos aprovechando de su gestión, ni que nos mientan, silencien, chantajeen o manipulen psicosocialmente. También es necesario que nosotros no lo hagamos y que en general nuestro proceder concuerde con lo que predicamos. Nadie cuando es gobernante procede éticamente, si no lo ha hecho siempre, como tampoco es democrático, si en su casa y empresa es un autócrata Desafortunadamente, la corrupción se ha extendido. Cuando los líderes dan el ejemplo el resto de gente tiende a seguirlos. Son pocos los capaces de escapar a la peste.
   Como siempre las recetas son más fáciles de escribir que de practicar y probablemente nunca podrán llevarse a cabo totalmente, pero por algo se empieza. Si cada uno de nosotros o la mayoría es capaz de no permitir que sus derechos sean violados; de ser solidario con terceros de los que personas inescrupulosas pretenden aprovecharse; de acusar  y reclamar cuando se dispone de los fondos públicos para fines particulares; de salir a las calles cuando la constitución y las leyes son violadas. Si aprendemos a no temer a las armas, porque son simples cacharros incapaces de matar a la verdad; si sabemos que no estamos solos y que el resto de la sociedad nos apoya; si por fin aprendemos que a los que gobiernan los hemos elegido y se deben nosotros y que el dinero que manejan es nuestro y no pueden disponer libremente de él... Entonces, no habrá dictadores, ni dictaduras, ni violaciones de la Constitución y los derechos humanos, ni funcionarios corruptos, ni sobornos, ni chantajes. No serán posibles las peripecias que hoy vivimos y el Perú será grande.
San Isidro, 3 de Octubre del 2000
Publicado en el diario El Comercio (Editorial), Pág. a17 el Martes 5 de Diciembre del 2000

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