lunes, 16 de mayo de 2011

¿QUIÉN ENGENDRA LA VIOLENCIA? por Alonso Núñez del Prado S.

   En los últimos días hemos visto cómo los miembros del oficialismo han acusado reiteradamente a los partidarios de Toledo y a él mismo de estar instigando a la violencia y de ser los causantes de la polarización del país.
   Aparte de que la respuesta de los toledistas y su propio líder ha sido permanentemente defensiva, sosteniendo que ellos defienden la paz y haciendo pedidos públicos a sus partidarios en ese sentido; y de que algunos aisladamente, quizá más certeros, han visto al SIN detrás de los amagos de violencia hasta ahora habidos, quiero que respondamos a la pregunta planteada como título de este artículo: ¿Quién engendra la violencia: el que reacciona ante la opresión o el que la ejerce?
   ¿Fueron los esclavos liderados por Espartaco y el mismo los violentos o lo fueron quienes los obligaron a ello, es decir los césares y el sistema romano? Con frecuencia vemos sólo el árbol y no el bosque. Si tomamos distancia nos encontraremos con que la violencia es con frecuencia respuesta a una agresión previa.
   No quiero que se me malinterprete y entienda como un defensor de la violencia, porque estoy convencido que siempre es una mala consejera y nunca conduce a buenos resultados; pero cuando uno toma distancia y empieza a ver en la historia, se encuentra con que los seres humanos, dadas ciertas circunstancias, sobre todo si hay un largo camino de opresión, reaccionamos violentamente. Los ejemplos sobran. Baste mencionar las revoluciones francesa y rusa y más reciente y cercanamente la cubana y la nicaragüense; y no estoy justificando, ni condenando ninguno de estos casos, sólo los menciono como hechos ocurridos y que han sido producto de ciertas circunstancias; y me vuelvo a hacer la pregunta ¿Quién engendró la violencia, los que ejercían el poder o aquellos que reaccionaron ante su mal uso?
   Es posible que la respuesta de los toledistas debiera ser: “los actos violentos no los cometen los ciudadanos porque nosotros los instiguemos, sino que son respuesta a lo hace el gobierno con su actitud prepotente y soberbia.”
   Así como la propia ley reconoce el derecho a la legítima defensa en el caso individual, tendríamos que reconocerlo en el caso social. La violencia no es casi nunca una buena solución, pero hasta Cristo la usó con los mercaderes en el templo y si mi memoria no me falla Paulo VI en su Populorum Progressio, no la justificó, pero la encontró explicable, cuando responde a la violación de los derechos fundamentales de la persona.
   En todo caso debe quedar claro que no estoy llamando a la insurgencia, sino invitando a que reflexionemos un momento y nos preguntemos una vez más con el título de este pequeño artículo.   

   San Isidro, 27 de Mayo del 2000 

Publicado como carta, en el diario El Comercio (Opinión) el Viernes 9 de Junio de 2000

No hay comentarios:

Publicar un comentario